Cien por: Diego Chauvin
Cien(to) o 100, centésimo o 100o., casi casi sin darnos cuenta hemos llegado a este número en nuestro semanal “Un tic en la lengua”.
Hemos intentado dos cosas: En primer lugar, resolver inquietudes concretas de nuestra comunidad en relación a nuestro idioma y a nuestro cambiante entorno tecnológico; en segundo lugar, intentar no “caer” (así como en el cuarenta de las fiestas de Quito) en las fallas que podemos cometer cuando nos expresamos y nos comunicamos; nos parece que no hay que someterse a los barrotes de las normas de la lengua, sino volar con la libertad de comprender el uso de las mismas para comunicarnos con mayor calidad y profundidad.
Hemos intentado clarificar todas las dudas que hemos recibido por parte de la comunidad UDLA. En este intento les pedimos que por favor nos las envíen… a veces las dudas que nos parecen las más sencillas o “bobas” son las interrogantes más interesantes y retadoras… un viejo profesor jesuita, filólogo, nos decía: “den un voto de confianza a su ignorancia, pregunten todo lo que no entiendan, no se queden con dudas, sean impertinentes en su curiosidad”.
Les queremos compartir hoy un texto pequeñito, el cuento más corto… parece sencillo y hasta simplón, pero si lo releen, lo recrean, lo reinventan saca más de una sonrisa o un ahh de gusto:
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí (Monterroso, s.f.).
Referencias: Monterroso, A. (2010). El dinosaurio. Recuperado el 15 de julio de 2013 de http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/monte/el_dinosaurio.htm