Por: Alejandra Artega
El olfatear todos los alimentos se ha vuelto parte de su rutina, porque de esta manera se puede percatar de que todo esté fresco y así servirles a sus clientes. Para Sumito Estevéz es totalmente sencillo reconocer a las comidas tan solo por su olor.
El chef venezolano visitó la UDLA y dio una charla a los estudiantes de gastronomía. Las anécdotas y experiencias de sus 20 años como chef, no se hicieron esperar.
Una de sus mayores satisfacciones es su restaurante “El Comedor”, donde trabaja junto a su familia. “Algunas veces mi hijo de doce años sirve los platos, otras veces lo hago yo”. El lema de Estévez es cocinar para las personas exactamente como él quisiera comer.
El chef, de padre venezolano y madre india, va cada semana al mercado. ahí decide qué cocinar y qué servir en su restaurante. Confiesa que desde pequeño creció con los olores de su tierra.
Para Sumo, la gastronomía ecuatoriana es deliciosa, pero no puede creer que él no haya sabido sobre ella antes. En su estadía en Ecuador visitó varios mercados en donde pudo deleitarse con llapingachos, empanadas y yahuarlocros. Lo que más le gusto, en cuanto a comida, fue la sazón del refrito.
Una de las mejores cosas que le ha pasado en este año fue que el periódico El Nacional, publicó las recetas que escribía diariamente en ese medio, en dos ejemplares llamados “La Cocina con Sumito”.
Cuando daba la conferencia dejó en claro que el ser chef es, antes que nada, un oficio y aconsejaba a los chicos sobre lo que les espera y contó que él junto a su ayudante se comen los sobrantes para determinar si fue un problema técnico o si fue que sirvieron mucho. Aunque suene asqueroso toca hacer eso”, comentaba Sumito, mientras en su expresión revelaba asco.
Faltaban pocos minutos para que la conferencia terminara. Levantando las cejas y asintiendo con la cabeza dijo que espera que de la sala salgan los nuevos monstruos de la gastronomía latinoamericana.