Por Estefany Jurado
Juan Fernando Salazar tiene dificulatad en el habla y una insuficiencia motriz que no le permite controlar sus movimientos. Hace 19 años, al momento del parto, no fue atendido inmediatamente y tuvo asfixia. El cerebro no sufrió ningún daño.
Vive en la 5 de Junio al sur de la ciudad (por la fábrica de Pilsener, en una casa de dos pisos. Las escaleras son un inconveniente para la silla de ruedas roja en la que Juan Fernando se moviliza.
Carlos Vizuete trabajaba en un colegio de la capital, dando mantenimiento. Era un empleo temporal así que el director le planteó trabajar como auxiliar. Carlos aun golpeado porque su esposa había perdido dps niños con el mismo problema de Juan Fernando, aceptó el empleo y sintió “que un vacío grande se le había llenado y que tenía frente a él a un joven diferente a los demás, a un ejemplo de vida.”
Quince días les tomó llegara comprenderse mutuamente. Carlos mirta los labios de Juan Fernando y sin hacer ninguna expresión en el rostro, repite lo que ha dicho. Para ellos todo es cuanestión de química, por eso, jamás tuvieron inconvenientes para comunicarse. Juntos han atravesado las etapas escolares de Juan Fernando sin ningún inconveniente.
Todo el bachillerato lo cruzaron uno al lado del otro, Juan Fernando se graduó con honores, siempre fue un buen alumno y demostró que su incapacidad física no lo limitaba. Por sus méritos académicos obtuvo una beca en IECE (Instituto Ecuatoriano de Crédito Educativo y Becas). Al principio quiso viajar a al exterior, pero el dinero no era suficiente y decidió quedarse en el país y estudiar Ingeniería en sisitemas en la UDLA, donde obtuvo una beca que le cubre la colegiatura.
Todos los días, Carlos, de 31 años, brazos fuertes y estatura mediana, recoge a Juan Fernando a las seis de la mañana por su casa. Le ayuda a bajar del segundo piso. La silla de ruedas 8tiene dos sillas de ruedas a su comodidad y al espacio, una la compró su familia y la otra fue una donación) no ha sido un impedimento para tomar el alimentador en Chimbacalle y luego la Ecovía. Pese a que a esa hora está repleta de gente, siempre encuentra un lugarcito para acomodarse. LaRío coca es la última parada, desde allí caminan hasta la Universidad por la Colimes, porque es más fácil que subir por la Granados. Ya en el edificio de la Universidad, la movilización se facilita, utilizan los ascensores y los corredores que, para su suerte, son amplios.
El ingeniero Iván Irigoyen, docente del área de Física y Matemática en la UDLA desde hace doce años, piensa que Carlos es muy respetable por su solidaridad y que Juan Fernando es la persona más admirable que ha conocido en su vida, por las condiciones en las que está a relación a los “supuestos normales”. “Los compañeros en clase son indiferentes con Juan Fernando, a mí me nace acercarse a él, le doy todo lo que tengo a cambio de nada”. Incluso, dice que siente más admiración por Irigoyen, que por sus amados hijos.
El profesor no cree que Juan Fernando esté en desventaja con sus compañeros. Al contrario, dice que es el que más aprovecha la calse porque no se entretiene con nada como los demás. El único privilegio que tiene en relación a sis compañeros es que tiene más tiempo para terminar sus pruebas.
En las clases, Carlos copia lo que Juan Fernando le dicta o a su vez le explica. Cuando están frente a un computador, conectan una máquina que transcribe lo que Juan Fernando quiere decir. En casa, juan Fernando hace sus deberes con un computador que le dieron en Estados Unidos por gestión de personas que lo han apoyado siempre y la empresa privada.
Juan Fernando mira con sus ojos negros a Carlos, dice que es muy buen amigo, que le tiene mucha paciencia y que se siente muy agradecido. Carlos se sonroja y le da una palmada en el hombro.
Los dos sueltan una carcajada de complicidad. Levanta las manos al nivel del rostro mientras comenta que le gustaría tener amigos en la univiersidad. Amigos que apoyen su esfuerzo por estudiar y que le ayuden, por ejemplo, con la ortografía, una deficiencia que como muchos estudiantes le cuesta superar.
A futuro se ve con su propia empresa de sistemas, sin ningún jefe, se siente seguro de lograrlo. Está muy orgulloso de sí mismo.